“Las mil muertes de Nora Dalmasso”: el true crime argentino que desnuda una sociedad patriarcal y conservadora

La serie documental de Netflix revisita el femicidio de Nora Dalmasso, ocurrido en 2006 en Río Cuarto, con un enfoque crítico hacia la justicia, los medios y los prejuicios sociales. Un análisis de sus logros narrativos, su impacto cultural y las controversias que genera su reconstrucción.

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Un caso real que marcó una época

“Las mil muertes de Nora Dalmasso”, dirigida por Pablo Reyero y estrenada por Netflix en 2024, aborda uno de los crímenes más mediáticos y perturbadores de la historia reciente argentina. El asesinato de Nora Dalmasso, ocurrido en su casa del exclusivo barrio Villa Golf de Río Cuarto, fue durante años el epicentro de especulaciones, encubrimientos y linchamientos mediáticos. La serie reconstruye el caso con entrevistas, archivos y un guion que combina el rigor del periodismo con la tensión del thriller.

Lo que en principio parecía un crimen doméstico se convirtió en una radiografía de la hipocresía de una sociedad conservadora, donde la víctima fue revictimizada sistemáticamente, y el poder operó más para protegerse que para esclarecer los hechos.

La producción repasa quince años de investigación inconclusa, cinco fiscales distintos, teorías infames y una cobertura mediática que, más que informar, contribuyó a revictimizar a Nora. Pero también se convierte en un espejo oscuro de cómo opera el poder —económico, político, judicial— cuando se entrecruzan privilegios, misoginia y silencio.

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Fortalezas: perspectiva de género y estructura narrativa

La serie no sólo indaga en el crimen, sino en cómo se construyó social y mediáticamente la figura de Nora Dalmasso. El tratamiento que recibió en los medios, la moral sexual impuesta, las sospechas que recayeron incluso sobre su hijo adolescente: todo queda expuesto como parte de una maquinaria patriarcal que, lejos de buscar justicia, intentó preservar reputaciones y roles tradicionales.

Desde lo narrativo, la serie dosifica la información con inteligencia. Alterna testimonios actuales, imágenes de archivo y reconstrucciones parciales que logran sostener el interés sin caer en el morbo. El ritmo, lejos de apelar al golpe sensacionalista, propone una cadencia reflexiva que favorece la comprensión del entramado político, judicial y social que rodeó el crimen.

Además, se destaca la voz de las mujeres: amigas, activistas, periodistas, médicas forenses, que en distintos niveles exponen cómo el caso de Nora sigue resonando como símbolo del femicidio institucionalizado.

El uso de la música, el montaje austero y los silencios en entrevistas potencian la carga emocional del relato.

El documental también acierta al darle voz a su hija, Valentina Macarrón, cuyo testimonio conmueve por su lucidez y dolor contenido. Ella logra quebrar el discurso institucionalizado que protegió al patriarcado cordobés durante años.

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 Debilidades: límites del formato y preguntas sin respuesta

Como toda serie basada en un caso sin condena firme, “Las mil muertes de Nora Dalmasso” enfrenta una limitación estructural: no puede cerrar el relato. La ausencia de una verdad judicial definitiva deja al espectador con una sensación de incompletud que, si bien es coherente con la realidad, puede frustrar a quienes buscan resolución.

Por momentos, el relato corre el riesgo de caer en la dispersión: hay tramos donde el foco se desplaza demasiado hacia los actores secundarios del escándalo o hacia subtramas políticas que no terminan de integrarse del todo con la historia central.

Asimismo, algunas voces críticas —incluidos periodistas y figuras locales— señalan que el documental adopta una postura que roza la militancia, perdiendo en parte la distancia analítica. Para ciertos sectores, esto podría condicionar la objetividad de la propuesta.

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Un caso sin cierre que interpela a todos

“Las mil muertes de Nora Dalmasso” no resuelve el crimen, pero tampoco lo pretende. Su mayor mérito es dar visibilidad a las formas en que el aparato judicial y mediático puede transformarse en verdugo de una víctima. La serie se convierte así en un documento urgente que interpela a la sociedad argentina: ¿a quiénes protege la justicia?, ¿por qué las víctimas deben ser también acusadas?

Para quienes buscan una narrativa densa, inquietante y comprometida con los derechos humanos, esta docuserie es imprescindible. Pero exige al espectador atención crítica y sensibilidad frente a una herida que sigue abierta, no sólo en Río Cuarto, sino en toda la cultura judicial y periodística del país.

 Roberto Bárzola

Roberto Bárzola, trabajador que prestó servicios en la vivienda de Nora Dalmasso poco antes del homicidio y cuyo ADN fue detectado en el cuerpo de la víctima, según recientes peritajes realizados en 2025

Prescripción, ADN y verdad histórica: lo que quedó fuera del relato audiovisual sobre Nora Dalmasso

Aunque la causa por el crimen de Nora Dalmasso se encuentra prescripta y, por lo tanto, sin posibilidad de una condena penal, la Justicia mantiene abierta una línea de investigación con el objetivo de lograr una reconstrucción definitiva de los hechos. En este marco, el reciente hallazgo de un perfil genético masculino —compatible con muestras levantadas en la escena del crimen— no tiene efectos judiciales inmediatos, pero resulta clave para esclarecer las circunstancias del homicidio y avanzar en lo que se denomina una “verdad histórica”. Este tipo de verdad no busca una sanción legal, sino arrojar luz sobre los hechos y brindar respuestas tanto a la familia como a la sociedad, tras casi dos décadas de impunidad y especulaciones.

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