“Días perfectos”: Wim Wenders y el arte de hallar lo sublime en lo cotidiano. Disponible en Netflix

En “Días perfectos” (2023), Wim Wenders ofrece una profunda reflexión sobre la rutina, la belleza silenciosa y la dignidad humana. A través de Hirayama —un hombre común que limpia baños públicos en Tokio—, la película explora cómo lo aparentemente trivial puede convertirse en refugio, expresión de valores y modo de reconectar con uno mismo en un mundo apresurado.

CulturaHace 4 horasLeila RiveraLeila Rivera

“Días perfectos”: belleza y melancolía en lo cotidiano – Una rutina que cobra sentido

La película sigue el día a día de Hirayama (Kōji Yakusho), quien vive una vida sobria, estructurada, aparentemente simple, pero llena de matices: limpiar baños públicos en Tokio, cuidar sus pasiones como la música, los libros, la fotografía, los árboles. Estas rutinas, lejos de ser vacías, se transforman en espacios de contemplación, reflejo interior y significación.

Wenders y Takuma Takasaki coescriben un guion que no depende de grandes conflictos externos, sino de pequeñas grietas, encuentros mínimos, tensiones internas y pasajes silenciosos. La belleza se rodea de lentitud, de pausas, de ese margen que la mayoría del cine moderno descarta como “lo que no pasa”. “Días perfectos” insiste en que ahí también pasa —y mucho.

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Interpretaciones, estilo y dirección emocional

Kōji Yakusho se lleva buena parte de los elogios. Ganó el premio al Mejor Actor en Cannes 2023 por esta interpretación. Su Hirayama tiene heridas, ausencias, secretos, pero también una ternura, una ética y una fidelidad al presente que conmueven. 

La dirección de Wenders acompaña con sobriedad. No hay estridencias, ni espectacularidad. La cámara observa, no juzga. La iluminación y la fotografía (a cargo de Franz Lustig) resaltan detalles: los árboles, las texturas de la ciudad, los espacios públicos, con una mirada que remite al slow cinema, al cine contemplativo.

La banda sonora juega un papel clave, con canciones que se insertan como ecos emocionales, referencias a memorias, pasados o afinidades íntimas.

 Lo melancólico como fuerza poética

No se trata simplemente de celebrar la rutina, sino de mostrar su doble filo: lo que da paz y lo que encierra soledad, lo que conforta y lo que hiere. “Días perfectos” deja espacios introspectivos en los que el espectador advierte ausencias, pérdidas, la propia temporalidad de la vida. Esa melancolía no es anecdótica, es parte estructural del film: se siente en los silencios, en la espera de pequeñas señales, en los encuentros inesperados.

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“Días perfectos”: ¿qué opinan los espectadores y críticos?

Virtudes:

  • La capacidad de transformar lo ordinario en poético.

  • Autenticidad en la interpretación, sensibilidad emocional.

  • La estética contemplativa: fotografía, música, sonido ambiental, espacios.

Críticas comunes / puntos débiles:

  • Ritmo muy lento para quienes prefieren tramas más activas o conflictivas. 

  • Algunos críticos sienten que la película idealiza demasiado la rutina o que le falta tensión dramática. 

  • Poca evolución narrativa externa; las revelaciones del pasado llegan, pero de forma muy medida, lo que puede hacer que algunos espectadores piensen que “no pasa nada”. 

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Espectador recomendado

Los espectadores que van a disfrutar de esta película son los que encuentran sentido en los detalles: en los sonidos, los gestos, las atmósferas o las voces interiores que habitan una historia. No buscan grandes giros de trama, sino más bien un encuentro íntimo con el arte de vivir. Suelen tener afinidad con las filosofías de la cotidianeidad, el minimalismo, la idea del “bien común” y la contemplación del entorno. También pueden interesarse los que disfrutan del cine extranjero —en especial el japonés— o de las producciones que surgen del diálogo entre culturas, como esta película, que combina con sutileza la sensibilidad alemana y la japonesa.

No es tan recomendable para quienes prefieren historias con ritmo elevado, estructura narrativa convencional, acción o conflictos externos potentes, ya que podría resultarles lento o poco dinámico.

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Conclusión: el arte de vivir sin ruido

“Días perfectos” es, en definitiva, un homenaje a la serenidad y al sentido. Wenders demuestra que el cine puede seguir siendo un espacio de silencio y revelación, un refugio Virfrente al caos. En la figura de Hirayama, cada espectador puede reconocerse: alguien que, en medio de la rutina, busca su propio modo de estar en paz.

Para el público argentino —acostumbrado a la ansiedad cotidiana y al ruido urbano—, esta película funciona como un recordatorio: la perfección no está en lo extraordinario, sino en aprender a mirar lo que siempre estuvo ahí.

 

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Leila Rivera
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